Por Jorge Perez
Jugar en River Plate no es para cualquiera. Cualquier futbolista tendría que estar agradecido de tener la posibilidad de vestir estos colores, porque la oportunidad no se te da tantas veces. A algunos les termina jugando en contra la presión de estar acá y otros ni siquiera entienden lo importante que es ponerse la camiseta de un equipo grande.
Uno de los casos más recientes es el de Benjamín Rollheiser, futbolista que molestó ser un desagradecido con nuestra institución porque lo formamos como futbolista, le dimos la posibilidad de debutar en primera división, lo bancamos cuando tuvo graves lesiones que lo dejaron fuera por muchos meses y este nos pagó con una traición.
Se dejó llenar la cabeza por su representante, quería ser uno de los mejores pagos del plantel sin todavía ser figura y terminó jugando en Estudiantes de la Plata, cuando pensaba que iba a terminar en Europa. Ahora, el fútbol fue justo una vez más y el karma le terminó llegando porque su presente es paupérrimo.
Este domingo, el ex jugador del Millonario disputó el clásico de La Plata contra Gimnasia y formó parte de uno de los fracasos más grandes del Pincha en este último tiempo ya que habían pasado 13 años desde que no perdían contra el Lobo y además fue liquidado en redes sociales porque en el primer gol de su rival este se quedó sentado en el piso, mientras su compañeros defendían y ahora piden su salida del club.
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