Por Jorge Perez
Desde aquel día en que se quiso pasar de vivo con un chico más joven que él en una final de Copa Libertadores quedó demostrado que tipo de persona es Darío Benedetto, delantero de Boca Juniors. Soberbio, sobrador y mal compañero. Así es como se lo puede definir a pesar de que en su momento tuvo un buen nivel futbolístico.
Se fue a Europa y fracasó, era suplente en un equipo que estaba más para el descenso que jugar en primera división de España, volvió a Argentina para seguir siendo la cara de la derrota y en vez de ganarse el cariño de sus hinchas terminó siendo odiado por muchos ya que desde que volvió hizo todo mal.
Quizás todos recordamos aquella pelea que tuvo con su ex compañero, Carlos Zambrano, en el Cilindro de Avellaneda. Y ahí se comprobó quién era en realidad. Mientras nuestros jugadores, como Lucas Beltrán, demuestran ser profesionales y buenos compañeros, el bostero es un terrible cobarde que se ganó el odio de toda Argentina.
“Entro al camerino y todo el bolondrón se había armado. Estaban los dirigentes, el entrenador. Yo lo miraba todo el rato, pero, siendo consciente, no podía hacer más problema ahí. Me iban a agarrar nuevamente. Yo estaba hirviendo por dentro, fui al espejo y mi pómulo estaba rojo. Dije: ‘esto no se queda así, se va a hinchar’. Estaba volando y dije: ‘Voy a esperar el momento’. Voy a orinar y se me acerca casi entre lágrimas y me dice 'discúlpame, me equivoqué, es de hombres pedir perdón'”. Y agregó: Mis compañeros me decían: ‘pégale’. Creo que a la mayoría en ese momento no le caía bien él por su formar de ser. Yo nunca tuve problemas con nadie, solo fue la calentura del momento.
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